¡No soporto los berrinches!


2018-04-17 |  De nosotros depende tomar los berrinches como oportunidades para educar a nuestros hijos en el manejo de las emociones


Silvia Salas*

¿Por qué no soportamos los berrinches?

Porque nos enseñaron que los “niños buenos o educados” no hacen berrinches. Así que asociamos los berrinches con “malos padres” que no cumplen con su función de corregir, y nos da “pánico escénico” cuando nuestros propios hijos hacen berrinches en lugares públicos.

Porque generalmente estamos demasiado ocupados para atender un berrinche. Estamos cansados, con hambre, estresados, con problemas o con alguna necesidad insatisfecha, que hace que nuestros niveles de tolerancia bajen al enfrentar una situación incómoda.

Porque esperamos que los niños expresen sus necesidades o disconformidades de la forma en la que nosotros, los adultos, lo haríamos; con respeto, diplomacia, ecuanimidad, etc,… Bueno, aunque si lo pensamos bien, quizá nosotros también hagamos berrinche de vez en cuando.

¿Hay alguna otra razón en específico por la que cree que no soporta los berrinches?

Cambiando la forma de ver los berrinches

Los berrinches son una parte esencial del desarrollo del niño; son una evidencia de que nuestros hijos están aprendiendo a lidiar con la frustración y por tanto, también están aprendiendo a desarrollar su tolerancia, expresar sus necesidades y definir su identidad. Aunque los berrinches sean incómodos, son una maravillosa oportunidad para darles herramientas a nuestros hijos sobre cómo regular sus propias emociones.

En muchas ocasiones, los berrinches pueden ser anticipados por los padres. Le doy algunas recomendaciones que le ayudarán a disminuir la frecuencia y la intensidad de los berrinches:


  • Avise al niño unos minutos antes de cambiar de actividad. “Dentro de 5 minutos, dejarás de jugar e iremos a comer”.


  • Redireccione la atención de su hijo, de forma que encuentre motivación en algo más. Por ejemplo, si es hora de irse del parque y luego sigue la merienda, le puede preguntar: “¿para la merienda,  prefieres galletas o pancito?” Mientras le toma de la mano suavemente y comienza a caminar.


  • Establezca rutinas. Si los niños hacen las actividades todos los días en la misma secuencia (por ejemplo, levantarse, desayunar, bañarse, lavarse los dientes, etc) hace que ellos sepan lo que va a suceder sin que se los digamos, e implicará menos resistencia porque las actividades se han convertido en hábitos.


  • Procure que se acueste temprano y haga las siestas acordes a su edad para que no esté demasiado cansado o el sueño afecte su estado de ánimo.


  • Procure que el niño tenga cinco tiempos de comida saludables, cada 3 horas aproximadamente, para evitar que el niño tenga mucha hambre y esto pueda afectar en su humor. 


  • Si hay o van a haber cambios, explíquele antes de que los descubra por sí mismo. Si por ejemplo, todos los días desayuna con cereal y se acabó, antes de servirle otra cosa dígale: “El cereal se acabó; más tarde vamos a comprar, ¿hoy quieres huevitos con tortilla o pan con jamón?”; o si todos los sábado papá lo lleva al parque y ese sábado papá no va a poder ir, desde el día anterior o muy temprano papá le dice: “hijo, mañana no voy a poder llevarte al parque porque… (y le explica lo razón)”.


  • Dé las indicaciones en un tono firme y amable.


  • Sea firme, consistente y consecuente.


  • Cuídese a usted mismo. Si nosotros los padres estamos bien, tendremos mejores niveles de tolerancia para responder a las necesidades de nuestros hijos. Aplica también dormir lo suficiente, tener cinco tiempos de comida saludables, dedicar tiempo para nosotros mismos, hacer ejercicio, etc.



Sin embargo, es casi imposible anticiparnos a todo y además, la experiencia de los berrinches es importante para que los niños aprendan a expresar lo que sienten y a regular sus emociones. Nuestro papel como padres durante un berrinche es vital para que convirtamos esos momentos tan irritantes, en oportunidades para educar a nuestros hijos en el manejo de las emociones.







*Silvia Salas es educadora de padres certificada por la Asociación de Disciplina Positiva EE.UU, está felizmente casada desde hace 12 años, tiene un hijo de 6 y una hija de 4 años. Colaboradora en Enfoque a la Familia.