¿Por qué papá es importante?


2020-05-04 | ¿Entiendes como papá la importancia de tu rol en la vida de tus hijos?


Por Aileen Pagán de Salcedo

Al leer esta pregunta algunos entenderán que la respuesta es obvia.  Sin embargo, ¿es esta la respuesta correcta? ¿Entienden los papás la importancia de su rol en la vida de sus hijos? ¿Están siendo los padres efectivos en sembrar en sus hijos amor por Dios y Su Palabra?

Para contestar nuestras preguntas revisemos Deuteronomio 6:6-7 y así ver lo que Dios tiene que decir sobre por qué papá es importante para sus hijos.

Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando.  Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” (NVI)

Primero debemos establecer el contexto de este pasaje dado por Dios a Moisés junto con los demás mandamientos que serían la clave para asegurar la vida y prosperidad del pueblo de Israel al entrar en la Tierra Prometida.  Dios les estaba dando las herramientas para vencer a los cananitas, el pueblo que habitaba esta tierra.

En este pasaje hay lecciones esenciales que evidencian la importancia del rol de papá desde la perspectiva de Dios para preservar a Su pueblo. Analicemos  tres argumentos centrales para extraer al máximo sus enseñanzas:

1) Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando

--  Este es un mandato a los hombres, quienes están llamados a ser los líderes espirituales de su casa.  Al menos que el padre ponga toda su confianza y obediencia en Dios, sus esfuerzos y desvelos serán en vano (Salmo 127:1).

-- Cada papá tiene el llamado a ser maestro de las enseñanzas de Dios para sus hijos.  Ser buenos maestros de la Palabra implica estar sumamente familiarizados, convencidos y apasionados con ella, producto de una intimidad con Dios.  Para transmitir pasión por Dios hay que vivirla delante de los hijos.

--  El objetivo es crear en los hijos hambre y sed por el consejo sabio de los padres, que se supone viene de Su palabra.

2) Incúlcaselas continuamente a tus hijos

Ahora me dirijo directamente a los papás. Dios quiere que continuamente hables de Él a tus hijos con libertad y naturalidad, con amor y admiración por Él para transmitirles tu misma pasión por tu Dios. Para maximizar este impacto es importante saber que:

No se trata sólo de leerles la Biblia a cada momento, de memorizar versículos y solo ver, leer y escuchar material cristiano con los hijos. Son ante todo, todos los mensajes no verbales que les transmitimos con nuestro ejemplo de vida.

No se trata de entrenarles como nosotros fuimos criados sino de ser sabios, observadores y conocer su individualidad, fortalezas, preferencias y debilidades.

No se trata de darles grandes sermones o de tener “serios conversatorios” con ellos, sino de continuamente aprovechar cada interacción trivial para presentarla desde una perspectiva divina.

No hay tiempo que perder, los hijos están formando su autoestima, juicios y valores desde muy tierna edad.  A medida  que crecen, la influencia del medio sobre sus vidas toma una preponderancia mayor que la de los padres.

3) Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes

--  En uno de sus artículos titulado “El hogar”, Charles R. Swindoll nos dice que Dios mismo ha establecido 3 grandes instituciones: el hogar (Gen 1:27-28, Ef. 5:22-31), la iglesia (Hch. 2:41-47, Mateo 16:18) y la nación o gobierno (Rom. 13:1-7). Una vez más se demuestra la importancia que Dios da a la familia.

--  El tiempo de un papá debe dividirse en este mismo orden para poder desempeñar ese rol, incluso cuando implique ir diametralmente opuesto a los valores de nuestra cultura.

--  Implícitamente, el tipo de interacción con los hijos descrita por este versículo, demanda expresiones de cariño verbales y físicas, confianza y buena comunicación para poder impactarlos. Todo esto requiere de cantidad de tiempo y no sólo calidad de tiempo.

--  En Salmos 127:4-6 los hijos son presentados como la máxima bendición de Dios a una persona. Les pertenecen a Dios y nosotros sólo funcionamos como Sus mayordomos, cuidando Sus pertenencias. La crianza de los hijos es un llamado supremo. Debemos asumir nuestra responsabilidad con el valor que Dios le da.

El índice de Leading Cultural Indicators presentado en el libro “Everyday Talk” de John Younts documenta que los adolescentes pasan 35 minutos a la semana hablando con sus padres (encuesta en USA) [1].  Esto es igual a 5 minutos al día.  Es poco probable entonces que un padre cumpla con este mandamiento, o siquiera que tenga la más mínima influencia en la vida de sus hijos.  Esta estadística no dista de la realidad de nuestro país y más si tomamos en cuenta que dentro de nuestro contexto cultural, la crianza de los hijos, incluso en los hogares cristianos, descansa mayormente sobre la mamá.

A los padres les digo y que esto quede grabado en nuestros corazones:

El tiempo apremia, los hijos crecen, atesora cada instante de su fugaz niñez y adolescencia.  Es deber de los padres compartir con ellos y ganarse su amor, respeto y admiración para así gozar del derecho de ser escuchados. Envíen mensajes de texto, llámenlos durante el día, háganse el propósito diario de comer juntos y compartir las vivencias del día, hagan un aparte con cada hijo por separado para realizar una actividad especial dentro de los gustos del hijo.  Observe y conozca a sus hijos, interésese por lo que a ellos les gusta. Es en medio de estas trivialidades que se dan las conversaciones más trascendentales que impactarán su carácter. Ámelos a todos en la misma proporción pero hágalos sentirse amados acorde a como cada uno se percibe verdaderamente amado.

Ser un buen padre es tarea ardua y es un gran reto llenar el estándar de Dios.  El padre que hoy se dedica a sus hijos poniendo sus intereses personales a un lado, evitará grandes dolores en el mañana. El Padre Celestial nos ofrece toda la ayuda, Él equipa y enseña a Sus hijos a través de Su Palabra y del mismo Espíritu Santo que intercede ante Él para que peleemos la buena batalla. Dios está de parte de los padres y es el más interesado en ayudarles a ganar las almas de sus hijos para Él. ¡No escatimen esfuerzo!

[1] William J. Bennett, The Index of Leading Cultural Indicators: Facts and Figures on the State of American Society. (New York: Simon and Schuster, 1994)102-103







Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com