¿Cómo sé que es Amor y no un Capricho? Parte I


2017-10-31 | Conocé algunas señales claras que te ayudarán a distinguirlos.


Sixto Porras*

El amor crece cuando nos convertirnos en los mejores amigos, es cuando las conversaciones no terminan, los sueños nos proyectan en el tiempo y la ilusión nos permite ver que nacimos para estar juntos.

El enamoramiento es la puerta de entrada al amor y necesita el tiempo necesario para crecer y transformarse en un amor maduro. Es el tiempo compartido lo que permite que conozcamos hábitos, costumbres, valores, formas de ser y los sueños que nos inspiran.  Es entonces cuando a la emoción de estar enamorados le añadimos reflexión, análisis y nos permitimos buscar el consejo sabio de otras personas. Para minimizar los efectos negativos del enamoramiento mal encausado, las emociones deben ser controladas por la razón, el bueno juicio y el discernimiento. Porque cuando la pasión se enciende y la razón se apaga, podríamos conducirnos a caminos peligrosos. 

El enamoramiento y el deseo de conquista están diseñados para ocultar información, no para revelarla. En esta época de conquista los novios hacen lo posible por causar una buena impresión, escondiendo así algunas costumbres, imperfecciones, malos hábitos, trastornos emocionales, adicciones y todo aquello que nos pueda hacer sentir avergonzados. Por consiguiente, no nos enamoramos de la otra persona, nos hemos enamorado del ideal que tenemos de ella. Si nos casamos “locamente enamorados”, podríamos elegir una aventura a ciegas que después lamentaremos. Es en el periodo de amistad donde debemos descubrir si nuestros valores, nuestro proyecto de vida y nuestros sueños se complementan.

La clave para elegir inteligentemente en el amor, consiste en mantener los ojos bien abiertos antes de casarse, para intentar conocer a profundidad a la otra persona y así tener un buen criterio a la hora de decidir. Esto es lo que nos permite no caer en la trampa de la idealización y conducir la relación a un conocimiento más objetivo.

El amor requiere esfuerzo y disciplina de parte de cada uno de los involucrados. Cuando el amor ha crecido, se concentra en reconocer las virtudes de la otra persona, aprende a disimular los defectos, no hace nada indebido, no es egoísta, no es grosero, no golpea, no humilla y, más bien, facilita el crecimiento de la otra persona, acompaña, anima y consuela.

El amor nos guía a tener un profundo conocimiento de la otra persona y nos permite aceptarlo tal cual es. El amor crece cuando entrego honor, respeto, aprecio y me identifico con las necesidades, anhelos y sueños de mi pareja. El amor es generoso, dedicado y comprensivo, es una manera especial de sentir, de actuar, de pensar y a la vez, es un arte que se aprende mientras caminamos juntos.

El amor no es caprichoso, no se impone, no manipula y mucho menos lastima. El amor nos permite crecer a los dos, y nuestros mejores amigos y familiares se alegran al vernos caminar juntos. Por eso, el amor es una decisión inteligente y no un deseo caprichoso. No significa que amar sea fácil, porque es necesario saber manejar las emociones, requiere paciencia, diálogo, tolerancia y una buena dosis de perdón. Por eso, no es amor si somos egoístas, autocomplacientes, orgullosos y presumidos, porque el amor crece cuando hay actos de servicio, palabras amables, respeto, diálogo, gestos de afecto, comprensión y desprendimiento.

Cuando el amor es inmaduro simplemente se usa para conquistar, desea manipular y poseer. Esto degrada al amor y en el camino se lastima la dignidad de ambos. Si jugamos con el amor, lo que podría haber sido una gran experiencia, se torna en un juego de pasiones que nos lastimará.

Si dejamos que sea la pasión la que nos domine, desfiguramos el amor y se convierte en algo con lo que se juega; un instrumento para satisfacer, se vuelve egoísta, exige, pide, demanda, no soporta las tensiones, es impaciente con cualquier cosa que se interponga en su camino y trata de dominar a la otra persona. Estas son señales claras de que el amor morirá rápidamente dejando huellas que duelen.







*Sixto Porras. Director Regional de Enfoque a la Familia.  Autor de los libros: «Amor, Sexo y Noviazgo», «De Regreso a Casa», y «El Lenguaje del Perdón». Coautor de: «Traigamos a los pródigos de regreso al hogar» y «Meditaciones en Familia». Esposo de Helen, y padre de Daniel y Esteban. Su pasión es ayudar a las familias a mejorar.