El Señor nos llama a imitarlo como hijos muy amados. En esta serie veremos
algunos rasgos de su amor con la esperanza de que al contemplarlos se
formen en nosotros. En esta primera parte el amor permanente de Dios nos
asegura que, más allá de lo que hagamos y atravesemos él siempre estará y
nunca nos dejará.
“Pues las montañas podrán moverse y las colinas desaparecer, pero aun así
mi fiel amor por ti permanecerá;”
ISAÍAS 54:10