2018-06-05 | Las consecuencias de una infidelidad pueden ser devastadoras y marcar generaciones completas
Sixto Porras*
“Es duro vivir lo que vivo. Él se fue con mi mejor amiga. No le importaron los niños, ni valoró los años que teníamos de estar casados. ¿Por qué nos hizo esto, si éramos felices? No me di cuenta de que poco a poco ellos se involucraron. Ahora, mis hijos me preguntan qué sucedió y yo no sé cómo explicarlo”.
La infidelidad es más frecuente de lo que imaginamos. Es posible que la mayoría de las personas casadas, en algún momento de sus vidas, han sido probadas en este tema.
Sin embargo, ser infiel es enteramente una decisión que depende de cada uno de nosotros. Nadie puede culpar a la pareja de “provocar” que fuéramos infieles, sin importar las razones o las justificaciones que se traten de usar para culparla. Es un mito decir: “Él (o ella) no me daba lo que yo necesitaba”. Cada persona debe procurar su plenitud y, si algo no iba bien, se debió externar y pedir ayuda.
La fidelidad es consecuencia de una relación de personas libres, que se saben seguras de sí mismas y de lo que han decidido amar. Son personas con un gran amor propio, auto-respeto y auto-conocimiento, y esa sana autoestima los lleva a tener relaciones interpersonales saludables, en las que inspiran respeto y confianza. Son personas capaces de construir un futuro estable, porque valoran más la estabilidad del hogar y la paz en sus conciencias, que el deseo momentáneo. La práctica de la fidelidad en nuestra mente, emociones y acciones nos traerá paz, realización y nos conducirá hacia la lealtad y la comprensión.
¿Cómo proteger el hogar de la infidelidad?
No hay matrimonio que no tenga dificultades y todos podríamos tener una excusa para ser infieles. Pero las consecuencias de una infidelidad pueden ser devastadoras y marcar generaciones completas. No somos fieles porque no tengamos problemas, nos mantenemos fieles al matrimonio porque lo hacemos con nosotros mismos y es un valor que hemos abrazado como propio. Por eso…
1. Reconozca su propia vulnerabilidad y esté alerta.
Es un mito pensar que si amamos a nuestro cónyuge, no seremos atraídos por alguien del sexo opuesto. Los sentimientos hacia una persona del sexo opuesto se pueden desarrollar cuando estamos en una situación que nos pone en contacto frecuente con esa persona. En esos escenarios, existe la posibilidad de que se desarrollen la atracción, el afecto y el cariño. Puede ocurrir entre compañeros de trabajo, jefe y subalterno, vecinos, amigos de larga data, etc. Puede parecer muy natural y casi irresistible. Es fácil ilusionarse cuando el otro es alguien interesante, amable o atractivo. Ello sin mencionar el aspecto de que la “novedad” despierta ilusión, pero disfraza consecuencias. Por eso, el primer paso para ser preventivos, es reconocer nuestra propia vulnerabilidad.
2. Identifique sentimientos que van más allá de la admiración
El problema no es encontrar encantadora a otra persona que no sea su cónyuge; eso no tiene nada de incorrecto ni extraño: personas encantadoras hay miles y qué bueno que las hay. Lo peligroso es albergar en la mente y en el corazón sentimientos y emociones por ese otro que vayan más allá de la admiración. Debemos ser sinceros y valientes para reconocer ante nosotros mismos que nos está pasando eso.
Abramos los ojos y estemos alerta cuando tengamos deseos de ver a alguien que nos agrada mucho, recibir y hacer llamadas muy frecuentes, y propiciar espacios o escenarios para lograrlo.
3. No hable de estos sentimientos con la persona en cuestión
Lo tercero es que como todos estamos expuestos a situaciones como estas, después de reconocer ante nosotros mismos que se ha encendido esa luz de advertencia, por favor, bajo ninguna circunstancia, hablemos de esos sentimientos y emociones con esa persona que nos ha empezado a atraer. Querer expresarlo podría ser el deseo de saber si es correspondido.
Quien abre la boca y, además, no huye, cae irremediablemente en este proceso: cercanía - confianza - atracción - fantasía - deseos incontrolables - confesar la atracción - consumación - lamento - pérdida y desequilibrio emocional.
4. Huya, antes de que empiece a hacer lo que “jamás haría”.
El cuarto punto requiere más valor: huyamos por la izquierda. Reconozcamos cuando nuestra vulnerabilidad se encuentra amenazada por la atracción, y actuemos antes de que nos traicionemos a nosotros mismos y al pacto que hemos hecho con nuestra familia.
5. Escuche las advertencias de quienes lo aman.
No seamos ingenuos: si nuestros amigos perciben comportamientos inadecuados de nuestra parte hacia alguna persona que podría llevarnos a ser infieles a nuestro cónyuge, no desestimemos esas advertencias y tomemos medidas inmediatas.
6. Alimente el amor en su matrimonio.
· No dejemos de admirarnos mutuamente como pareja.
· Aprendamos a divertirnos juntos.
· Persigamos intereses comunes y desarrollemos proyectos juntos.
· Procuremos una vida plena y satisfactoria en pareja en todas las áreas, incluyendo la sexual.
· Cuidemos la privacidad del hogar.
· Seleccionemos bien a los amigos; si nos estimulan a la deslealtad, alejémonos.
· No frecuentemos lugares que no convienen.
· Resolvamos conflictos y desilusiones; no acumulemos resentimiento.
· Recordemos los buenos momentos que hemos vivido.
· Seamos conscientes de que nuestros sueños y planes pueden obstaculizarse y verse truncados por una aventura.
· Renovemos continuamente el pacto de fidelidad, lealtad, respeto, amor y confianza con nuestro cónyuge.
· Cultivemos una buena, franca y profunda comunicación con nuestro cónyuge.
*Sixto Porras. Director Regional de Enfoque a la Familia. Autor de los libros: «Amor, Sexo y Noviazgo», «De Regreso a Casa», «Hijos Exitosos» y «El Lenguaje del Perdón». Coautor de: «Traigamos a los pródigos de regreso al hogar» y «Meditaciones en Familia». Esposo de Helen, y padre de Daniel y Esteban. Su pasión es ayudar a las familias a mejorar.