Libre al fin. Parte III


2019-08-13 | Conoce estrategias para ser libres de problemas de alimentación 


Por Deborah Fehsenfeld*

4. Agrégale ejercicios a tu rutina diaria

Tu meta no es sólo parar atracones/purgas, pero empezar a ser saludable por causa de que le perteneces a Dios y quieres hacer la mejor utilización de todo lo que Él te ha encomendado para su gloria. Además de contribuir con tu salud física, los ejercicios también te van a ayudar a energizar  y a mantenerte activa. Nosotros somos más inclinados a los atracones y a comer de más cuando nos sentimos lentos y nuestra energía está baja.

Una Ofrenda de Gratitud. Piensa en el ejercicio como una ofrenda de acción de gracias para Dios. Como ofrenda, requiere sacrificio. Deja que este sacrificio sea una expresión de tu agradecimiento a Dios por darte la salud necesaria para ejercitarte.

Advertencia. Si encuentras que el ejercicio se está convirtiendo para ti en otra manera de “purgarte”, reconócelo y trata con esto delante de Dios de la misma manera intencional que estás tratando con la comida. Al igual que con la comida, “tratar con esto” no quiere decir que renuncies a todo, pero no debes permitir que esto te gobierne. ¡Nosotros tenemos un amo—Cristo el rey!

5. Satúrate de la Verdad

Memoriza las Escrituras  (mientras te ejercitas es un gran momento para hacerlo), estudia, escucha sermones, lee libros que te ayuden a entender la palabra de Dios, alábalo por las Verdades que estás descubriendo. Has todo lo que puedas para introducir la verdad de Dios dentro de ti. “Aliméntate de esto”; “saboréalo”.  Piensa acerca de esto como lo has hecho con la comida. Así como la comida llenaba los vacíos profundos en tu vida, ahora deja que la palabra de Dios se apodere de esos vacíos y se levante de manera prioritaria como gobierno sobre tu vida.

Anhélalo de tal manera que lo obtengas.  Tu vida está fundamentada en la palabra de Dios (Dt 8:3; Juan 6:63). Búscalo en Su palabra porque la crees. Continua hacia delante para apoderarte de esta vida que es la vida verdadera y no la dejes ir hasta que la poseas completamente. Él concederá la libertad a aquellos que le buscan creyendo que Él es verdadero y que por fe actúan en obediencia a Su Palabra. Tú puedes ser libre de bulimia, y mientras continúas buscándolo de esta manera, irás ganando más libertad de la esclavitud a la comida.  Serás libre para amar y obedecer a tu amo.

Y te preguntarás… “Si yo ‘me saturo de la Biblia, ¿seré verdaderamente libre de la bulimia?”

La Palabra de Dios no es una varita mágica.” No hace  “zas” y nos liberta (como al principio yo esperaba). La libertad está garantizada de acuerdo a nuestra fe en Dios (fe es un don misericordioso de Dios, no algo que podamos manufacturar naturalmente). Debemos preguntarnos, “¿Creo lo que Él dice?”  “¿Creo que Su amor satisface  más que la más deliciosa comida? . . . ¿Que en su presencia hay la mayor plenitud de gozo que pueda ser conocida? . . . ¿Que Su poder es suficiente para hacer cualquier cosa? . . . ¿Que Él es sabio y muy bueno?”

Créele a Dios. El mero conocimiento intelectual de la Biblia no liberta a nadie. Muchos han memorizado y han estudiado La Palabra de Dios y nunca han cambiado. Tú puedes leerla, memorizarla, estudiarla y nunca ser cambiada.  De acuerdo a Hebreos 4:2, “El evangelio fue predicado a [los judíos del Antiguo Testamento en el desierto]; pero la palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los que oyeron.”    

El cambio, la libertad, viene cuando tú lees, memorizas, estudias, y le crees a Dios. Tú no conoces cuándo o cómo él va a cumplir sus promesas, pero tú crees que lo va a hacer. Y te aferras a ellas, te aferras a Él y a Su Palabra, obedeciéndola porque tú le crees. Sueltas las cosas a las que te aferras porque lo que Él tiene es mejor.  “Fe sin obras es muerta.”  Si decimos que creemos que el amor de Dios satisface más que la más deliciosa comida y todavía planeamos y participamos en atracones, ¿Dónde está la evidencia de nuestra fe?

Mayor Fe. Quizás crees que Dios es bueno para orar, pero no suficiente para cambiarte.  Si te encuentras a ti misma con falta de fe, no realmente creyéndole, pídele a Dios fe para creer más en Él, pídele la gracia de una mayor fe.  Luego empieza de nuevo a obedecerle, creyendo que Él te ha dado la fe que pediste.

 “¿Sería fácil para mí parar atracones/purgas?” No—no si estás realmente atrapada. Es más fácil para unos que para otros—dependiendo que tan establecido estén los viejos hábitos. Los hábitos no cambian sin intencionalidad y compromiso. Los hábitos pecaminosos deben ser rotos y reemplazados.  No esperes  que sea fácil.

6. Aprovecha momentos cruciales.

Es en medio de los más intensos momentos de tentación, esos momentos cuando todo en ti se siente arrastrado a hacer aquello que estás acostumbrada a hacer, que tienes la oportunidad de abrazar  y aferrarte a la gracia de Dios para que pueda romper esos hábitos y te haga libre. Cuando tú sientes la vieja y familiar atracción puedes estar segura que vas a hacer lo que has estado haciendo  a menos que con todo el propósito e intención  hagas algo diferente. Ese algo diferente puede consistir en un sinnúmero de cosas diferentes, jugar con tus niños, orar por alguien, pagar tus cuentas, escribir una carta, tomar un paseo… debe ser algo activo, no sólo mental. Haz algo diferente mientras dependes de Dios, alabándole y recordándote a ti misma la frescura de la verdad que has comenzado a creer, ¡que Su amor satisface más que la más deliciosa comida!




Extraído de “Libre al Fin!” por Debra Fehsenfeld. Usado con Permiso.  ® www.avivanuestroscorazones.com