2019-10-01 | Evalúa tu vida, derriba el engaño
Este mensaje es uno de los que nuestra cultura activamente predica a niñas y mujeres, comenzando desde una edad temprana. Llega a nosotros prácticamente desde todo ángulo: televisión, películas, música, revistas, libros, y anuncios. Todos al unísono, nos pintan una foto de lo que realmente importa. Y lo que les importa más a las mujeres, ellos insisten, es la belleza – la belleza física. Aún los padres, hermanos, maestros y amigos se agregan inconscientemente al coro: los niños “atractivos” reciben muchos halagos y atención, mientras que niños menos atractivos, que están sobre peso o larguiruchos pueden ser objeto de comentarios crueles, indiferencia o hasta aun de ser rechazados públicamente.
Yo creo que nuestra preocupación con la apariencia externa comenzó con la primera mujer. ¿Recuerdas qué era lo que le llamaba la atención a Eva de la fruta prohibida?
“Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió.” (Génesis 3:6).
La fruta tenía un atractivo funcional (era “buena para comer”); también le agradó por el deseo de obtener sabiduría. Pero igualmente importante era el hecho que era “agradable a los ojos” – era físicamente atractiva.
El enemigo tuvo éxito en conseguir que la mujer valorara la apariencia física sobre las cualidades menos visibles, tales como la confianza y la obediencia. El problema no era que la fruta era “hermosa” – Dios la había hecho de esa manera. Tampoco era malo que Eva disfrutara y apreciara la hermosura de la creación de Dios. El problema fue que Eva puso un énfasis excesivo en la apariencia externa. Al hacer eso, ella creyó y actuó sobre una mentira. La prioridad que Eva le dio a la atracción física se convirtió en el patrón aceptado para todos los seres humanos.
Desde ese momento en adelante, ella y su esposo se vieron a sí mismos y a sus cuerpos físicos a través de ojos diferentes. Ellos se hicieron conscientes de sus cuerpos y se avergonzaron – cuerpos que fueron formados magistralmente por un Creador amoroso. Inmediatamente ellos buscaron cubrir sus cuerpos, temerosos del riesgo de exponerse uno frente al otro.
El engaño de que la belleza física debe ser estimada por encima de la belleza del corazón, del espíritu, y de la vida deja tanto a los hombres como a las mujeres sintiéndose poco atractivos, avergonzados, apenados, e irremediablemente imperfectos.
Irónicamente, la búsqueda de la belleza física es invariablemente una meta inalcanzable y vaga —siempre estará fuera de nuestro alcance.
Uno podría preguntar, ¿Cuánto daño puede hacer el darle valor excesivo a la belleza física externa? Regresemos a nuestra premisa: lo que creemos básicamente determina cómo vivimos. Si creemos algo que no es cierto, tarde o temprano actuaremos basados en esa mentira; creer y actuar sobre mentiras nos guía hacia la esclavitud.
Cada una de las siguientes mujeres creyó algo acera de la belleza que no es verdad. Lo que creyeron impactó la forma como se sentían de sí mismas, lo que las llevó a tomar decisiones que las llevaron a la esclavitud.
“Yo creí que lo único de valor que las personas veían en mi era la belleza externa (mi cuerpo), especialmente los hombres. Decidí aprovecharme de eso para conseguir la atención que tan desesperadamente ansiaba. Me convertí en una adicta sexual.”
“Tengo una hermana hermosa, a quien adoro, pero yo soy simple. Siempre me he creído inferior y que debo aparentar para ser aceptada por los demás. Yo veo que para la gente bella la vida es más fácil. Acepto que para mí no es así, y soy esclava de mi propia percepción de mi apariencia.”
“Toda mi vida creí que mi autoestima estaba basada en mi apariencia, y por supuesto, nunca me vi como el mundo decía que debía de verme, así que siempre he tenido una baja autoestima. Desarrollé desórdenes alimenticios, soy adicta a la comida, y en mi matrimonio lucho con la percepción de que no soy atractiva, y que mi esposo siempre está mirando otras mujeres que son atractivas para él.”
Envidia, comparación, competencia, promiscuidad, adicciones sexuales, desórdenes alimenticios, vestimenta inmodesta, comportamiento insinuante —la lista de actitudes y comportamientos enraizados en una visión falsa de la belleza es larga. ¿Qué puede liberar a estas mujeres de esta esclavitud? Solamente la Verdad puede vencer las mentiras que hemos creído.