2020-03-02 | Fijate en estos ingredientes indispensables para arrancar el 2020
Jesús Rosales Valladares*
Cuando se inicia un nuevo año, es natural que en la mayoría de las personas y de las familias exista un sentimiento de alegría y optimismo. En general se agradece por los logros y éxitos obtenidos, pero quizás también se piensa que los asuntos que el año anterior no resultaron tan favorables, quedaron atrás, y que ahora se presentan nuevas oportunidades para que las cosas marchen mejor.
En cierta forma, esta actitud es válida, pero no debe provenir de una vuelta a una hoja del calendario, sino que debe ser producto de un proceso donde nos preparemos para asumir los desafíos del nuevo año de manera realista, planificada y, por supuesto, positiva.
Nunca se debe de prescindir de una adecuada evaluación de lo vivido, hecho y experimentado durante el año que termina. Esta es una buena práctica que sirve como punto de partida para el inicio del nuevo año. Posibilita tomar conciencia de las cosas buenas que sucedieron y contar con una dimensión de los logros alcanzados. Pero también ayuda a inventariar lo que quedó pendiente, lo que no se pudo alcanzar por diversas razones y circunstancias.
En cualquier caso, el nuevo año debe asumirse con entusiasmo y responsabilidad. Una combinación que nos debe llevar a un recorrido exitoso donde nuevamente se pondrán en perspectiva los propósitos a realizar, las estrategias para lograrlo y la capacidad para enfrentar adversidades y obstáculos imprevistos.
Visión, pasión y optimismo, es una buena receta para el inicio de nuevo año.
Visión
Hay un adagio chino que dice que "... mientras hay alguien que apunta hacia el horizonte, existen quienes se quedan observando el dedo...". La visión es esa perspectiva superior, ese estado de cosas al que se quiere llegar, el alcance de objetivos y de una realidad que se observa y se desea con convicción, ilusión y compromiso.
Se suele decir que hay personas visionarias, que poseen la virtud de observar panoramas y oportunidades que no todos lograr mirar. Pero la verdad es que todas las personas tienen la capacidad de construir una visión de lo que desean para ellas y sus familias, pueden pintar ese paisaje en el horizonte y definirlo como el lugar al que se quiere llegar por encima de todo lo que acontezca y de las dificultades que se presenten.
Una visión es una ruta trazada para emprender un viaje y un recorrido. Con visión se sabe dónde se quiere llegar y es la principal fuente de inspiración para el logro de los objetivos propuestos.
Es cierto que habrá quienes por distintas perspectivas, no alcanzan a tener o comprender la perspectiva de quien tiene una visión en su mente y corazón. Pero lo importante es que se trate de compartir esa visión, que se logre captar y asumir adecuadamente por parte de los demás. De esta capacidad para compartir la visión personal o familiar dependerá muchas veces el éxito o no de lo que se espera alcanzar.
Pasión
Teniendo clara la visión de lo que se espera para el nuevo año, es fundamental nutrir toda actividad, todo comportamiento, toda actitud con una alta dosis de pasión.
La pasión es esa fuerza interior que empuja hacia el logro de los objetivos. Es lo que hace vencer el cansancio y el desánimo cuando aparecen los inconvenientes, es lo que inspira y hace que se disfrute el trabajo y el recorrido.
Cuando se va con pasión en pos de un resultado, esa energía mueve y contagia. Permite que otros se sumen al propósito y que lo hagan con igual pasión y disfrute. Hace que se venzan los obstáculos y se persevere.
La pasión une voluntades, convence por el entusiasmo que inspira y fortalece el carácter frente a las adversidades. Un torrente de pasión hace que la visión sea alcanzada. Muchas cosas podrán salir de acuerdo a lo planificado, pero la pasión hace que éstas se logren con alegría y disfrute. En el ámbito familiar o en el laboral, las personas apasionadas marcan la diferencia, son fuentes permanentes de motivación y liderazgo, son las que llevan la fuerza del entusiasmo siempre.
Optimismo
Independientemente de lo ocurrido el año anterior, el nuevo año debe ser asumido con optimismo.
Siempre la vida brinda oportunidades para corregir errores, para enderezar caminos, para resolver lo pendiente, para alcanzar las metas. Lo que debe privar en toda persona es un espíritu positivo, llenarse de optimismo para enfrentar los nuevos desafíos.
Las personas optimistas suelen alcanzar mejor sus propósitos porque se ocupan mejor de las tareas y responsabilidades, resultan ser más creativas y resuelven mejor los obstáculos inesperados, dan una mejor imagen frente a otras personas negativas o pesimistas, son más seguras de sí mismas, con más confianza y certeza de lo que quieren. El optimismo abre puertas, el pesimismo las cierra.
Iniciar el nuevo año con optimismo es celebrar la vida con sus constantes oportunidades y novedades. El optimismo refleja confianza y seguridad en sus propias capacidades y posibilidades y, sobre todo, en Dios.
Hay estudios que han demostrado que las personas optimistas logran superar mejor las dificultades y culminar más rápido sus proyectos. Los pesimistas, por el contrario, se anclan a sí mismos a sus temores, inactividades y limitaciones, conscientes o inconscientes.
Lograr combinar visión, pasión y optimismo, se constituye en una buena receta para iniciar el año. Puede generar un efecto determinante y positivo para el alcance de metas personales, familiares y laborales. Son tres ingredientes indispensables para un adecuado transitar por la vida.
* Jesús Rosales Valladares estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica. Además se ha desarrollado como consejero familiar e investigador social en temas de políticas públicas y familia por más de treinta años.