2020-05-18 | Descubre qué es y cómo está afectando tu vida
Betsy Gómez*
Procrastinación… ¿qué viene a tu mente cuando lees esa palabra?
Cuando la escuché por primera vez no la asocié para nada con su significado, me pareció que era el nombre de una enfermedad o algo así. Pero en realidad su significado es simple: “es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables…”.
Me di cuenta de que la procrastinación y yo tenemos una relación hace mucho tiempo y simplemente no lo había notado. Lo peor del caso es que al abrazarla a ella, también he estado abrazando los pecados que la producen.
Quizás tú y yo estamos en el mismo lugar, quizás ni siquiera habías pensado en esto, es muy probablemente que nunca hayas considerado el hábito de postergar las cosas como un serio problema. Y para traer luz en este tema, quiero compartir contigo la confesión del Pastor CJ Mahaney, un procrastinador arrepentido que fue profundamente impactado a través del testimonio de Walter Henegar.
¿Perezoso? Yo no. Soy ocupado. Me levanto temprano, me acuesto tarde. Mi agenda está llena de principio a fin. Me encanta lo que hago y me encanta cumplir con mi deber. Ataco mi lista de tareas por hacer con la misma intensidad que juego baloncesto. ¿Perezoso yo? ¡No lo creo!
O por lo menos no lo creo. Hasta que leí sobre la diferencia entre estar ocupado y ser productivo, y me di cuenta cuán a menudo mi ajetreo era una expresión de la pereza, no diligencia.
Estar todo el tiempo ocupado puede ser el resultado de mi pereza.
Y este fue el mismo descubrimiento que Walter Henegar hizo en su vida:
"Yo procrastino", escribe: "He estado haciéndolo la mayor parte de mi vida. Si una tarea en particular es remotamente desagradable, mi primera y persistente tendencia es sacarla de mi agenda. No es que soy perezoso; en realidad es que estoy muy ocupado. La tarea espera el mayor tiempo posible para ser realizada. Siempre la llevo a cabo en el último momento pero regularmente me hace miserable”.
Cuando empezó el estudio de su corazón, el Sr. Henegar descubrió que su pecado operaba desde tres manifestaciones predecibles de lo que él llama su diagrama de flujo de “Si-Entonces”:
Si no tengo que entregar mi tarea pronto, entonces la pospongo.
Si mi tarea es para mañana, entonces dejo de lado todas las otras responsabilidades y me centro en esta sola tarea.
Y después de haber logrado una gran tarea, tomo un descanso y me doy una recompensa a mí mismo.
A medida que continuó estudiando su propio corazón, empezó a comprender que si bien su día estuvo lleno de ocupaciones (e incluso con genuinamente buenas actividades) él estaba procrastinando. "Allí estaba yo, con diligencia dando vueltas en mi habitación, mientras que esa cosa, lo único que tenía que hacer, estaba sentada a mi lado. Yo no era solo un procrastinador; si no que mi trabajo era darle vueltas al asunto".
El orgullo era lo que estaba operando: cada vez que me pasaba toda la noche para terminar un trabajo, yo estaba protegiendo mi reputación ante mis amigos y superiores.
El temor a los demás estaba estrechamente relacionado. Cuando tuve esos leves ataques de pánico, el miedo a la desaprobación de los demás era todo en mi cabeza.
La pereza no era lo principal, pero sin duda jugó un papel; a veces simplemente no quería hacer nada. La búsqueda del placer y el escapismo eran grandes jugadores también, aunque por lo general yo me encerraba en emociones aceptables como ver películas y disipar mi mente.
El Sr. Henegar hizo lo correcto después de este descubrimiento. Se arrepintió y pidió perdón a su esposa por la presencia y el efecto de su pecado. Y se dirigió a un grupo de amigos de su iglesia local a quienes les ofreció la invitación de “recuérdame mi pecado y recuérdame el Evangelio”.
Lo que el Sr. Henegar descubrió fue la simple verdad que subyace en nuestra procrastinación, y es simplemente un corazón pecaminoso.
La buena noticia para todos los procrastinadores es la siguiente: El Evangelio se ocupa de estos pecados, provee perdón y nos da el poder para debilitarlo y cultivar verdadera diligencia. En el Evangelio encontramos esperanza para hacer frente al procrastinador que llevamos dentro.
Debido a mi tendencia a la procrastinación, tengo la siguiente cita de predicador Alexander MacLaren del monitor de mi computadora para confrontar diariamente el procrastinador que llevo dentro. Mi esperanza es que, por la gracia de Dios, provocará diligencia para atender a las cuestiones más importantes de cada día para la gloria de Dios.
“Ninguna tarea desagradable se convierten en menos desagradable cuando la posponemos para mañana. Solo cuando la completamos y la dejamos atrás que podemos saborear la dulzura del deber cumplido, la memoria de deberes realizados sin vacilar es placentera. Los deberes realizados, son una gran bendición y llevan una sonrisa en sus caras cuando se alejan de nosotros. Los deberes no realizados, se paran amenazando para perturbar nuestra tranquilidad y tratando de dificultar nuestra comunión con Dios. La única manera de deshacerse de ellos es realizándolos.” | MacLaren -Alexander (1826-1910), predicador escocés. (Extracto del libro “Biblical Productivity”).
Necesitamos descubrir la raíz y la naturaleza de la pereza, de modo que podamos realizar todo lo que Dios nos ha llamado a hacer y unirnos a nuestro Salvador cuando oró al Padre, "Yo te he glorificado en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciese" (Juan 17: 4, NVI).
¿Cuáles son las manifestaciones de procrastinación en tu vida?
*Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Ella dirige el área de creatividad de Aviva Nuestros Corazones y las iniciativas de alcance de Joven Verdadera. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano en la iglesia First Irving. Tienen dos niños y una niña.
Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com