2020-10-13 | Cómo llegar a su corazón de una forma especial
Por Betsy Gómez*
¿Ya has pensado qué le vas a regalar? Hoy, quiero retarte a darle a tu madre un regalo perdurará la celebración comercial. A toda madre le encantaría un regalo físico que le ilumine el día, pero estoy convencida de que hay regalos –como decía un comercial famoso– que el dinero no puede comprar y que le alegrarían muchísimo más que algo material.
Regálale tu tiempo
Invítala a tomar un café o un helado contigo. Salgan solos a hacer algo que a ella le guste y asegúrate que puedan tener un tiempo de quietud para conversar. Lo bueno de este regalo es que se ajusta a todo tipo de presupuesto. Puedes ser creativo y hacer algo especial en casa o en un lugar tranquilo. Si se te hace difícil entablar una conversación, puedes iniciar con preguntas sencillas acerca de su niñez y su juventud. No te imaginas cuánto me ha servido conocer el pasado de mi madre para comprenderla y amarla mejor.
Creo que no hay nada más costoso en esta generación que el tiempo. Los jóvenes lo desperdician en entretenimiento y cosas vanas, pero alegan que nunca tienen tiempo para sus padres. Ahora que soy madre, puedo decirte con toda certeza que no hay nada más hermoso que el interés de mis hijos en conversar conmigo y nada más bello que sus ojos fijos en los míos. Puede sonar muy cursi pero por más que pienses que tu mamá no encuentra deleite en ti, ¡créeme! Ella te ama y desea tu atención.
Es probable no aprecies un tiempo de calidad con tu mamá porque sabes lo que esto puede traer consigo, quizás una conversación, que a su vez traerá preguntas o cierto tipo de reprensión. Quizás no quieras exponerte mucho porque no quieres ser vulnerable o porque simplemente hay heridas entre ustedes. Por eso te recomiendo que acompañes este regalo con el próximo.
Regálale tu perdón
Probablemente estés pensando «mi mamá no lo merece después de todo lo que ella ha hecho». No conozco a tu madre, pero probablemente estés herido por su pecado y las repercusiones del mismo. No puedo imaginarme el dolor que pesa en tu corazón, pero hay algo que sí sé, y es que si eres un hijo de Dios, tú has sido agraciado al recibir un perdón que tú tampoco merecías. Cuando miramos la cruz y contemplamos lo que Cristo hizo a nuestro favor, a pesar de nuestra maldad, nuestros estándares de juicio se nivelan a los pies de Jesús. Medita en las verdades del evangelio que te han transformado, pídele al Señor que te ayude a extender gracia a tu madre y actúa en obediencia.
Medita en estos versículos para que encuentres la motivación que necesitas: Efesios 4:32, Mateo 6:14, Mateo 18:21-22, Colosenses 3:13.
Regálale tu respeto y obediencia
Como hijos de Dios somos llamados a honrar a nuestros padres (Efesios 6:2-3). No hay ninguna cláusula que te exima de esta responsabilidad. Los méritos de tu madre no son los que las hacen digna de respeto, es la posición en la que Dios la ha colocado en tu vida. Puede que no estés de acuerdo con ella en todo y que no consientas en hacer cosas son contrarias a la Palabra de Dios (sobre todo si ella no es creyente), pero tu forma de conducirte con ella, siempre debe ser una de honor.
Se necesita del fruto del Espíritu para mostrar amor y respeto en nuestra conducta y actitud. Si deseas agradar a Dios en lo profundo de tu corazón, entonces responde su mandato de obedecer a tus padres (Colosenses 3:20). ¡Él te ha dado todo lo que necesitas para hacerlo!
Regálale tu servicio
La obra de Cristo es la manifestación más clara del amor. Él no nos perdonó a control remoto desde su trono, ni envió a otro a salvarnos en su lugar. Él descendió del cielo y tomó la forma de un siervo, haciéndose obediente hasta la muerte. No merecíamos un amor tan grande, no merecíamos ser servidos por las manos del Creador de todo lo que existe. ¿Qué hacemos cuando conocemos un amor tan grande? ¡Queremos extenderlo a otros! Y tu madre no debe ser la excepción.
Busca maneras prácticas en las que puedas servir a tu madre. Formas en las que cada «te amo» se vea ejemplificado con una acción visible. Puedes iniciar limpiando tu habitación, lavando los platos, y ofreciendo tu ayuda en la casa. Y si necesitas motivación, aquí te comparto estos versos en Filipenses 2:3-8:
Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Es mi oración que esta sea tu actitud ante tu mami, la actitud de un siervo de Cristo. Piensa de qué manera puedes mostrarle amor en actos de servicio y si no tienes ninguna motivación, medita en la obra de Cristo a tu favor, ahí se encuentra la gasolina que pondrá ese motor de amor a funcionar.
¿Se merece tu madre todos estos regalos? No, ningún ser humano los merece a causa de su pecado. Pero el secreto es que un regalo no es un pago, ¡es un obsequio! Estos regalos son manifestaciones de la gracia de Dios que hemos recibido cuando nosotros no merecíamos nada. Ninguno puede fabricarse o adquirirse en un centro comercial, solo pueden ser vistos en aquellos que permanecen en Cristo –llenándose de su Verdad y caminando en el Espíritu–.
¿Ya sabes cuál de estos regalos le darás a tu madre? Te reto a que escojas algunos y que dispongas tu corazón a entregárselos. Algo muy lindo sería escribirle una tarjeta o una carta diciéndole lo que deseas entregarle. ¡Ríndete al Señor y comparte de lo mucho que de Él has recibido!
*Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Ella dirige el área de creatividad de Aviva Nuestros Corazones y las iniciativas de alcance de Joven Verdadera. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano en la iglesia First Irving. Tienen dos niños y una niña.
Usado con permiso. Avivanuestroscorazones.com