Conocer los diferentes nombres de Dios nos ayuda a confiar en Él


2021-08-16 | En momentos de dificultad querrás conocer estas características suyas


Por Viola Núñez de López*

Hace unos años, cuando yo aún no conocía bien el evangelio ni solía estudiar la Biblia, una amiga me invitó a una reunión a la que asistía cada semana con el fin de estudiar la Palabra de Dios. En principio estuve algo renuente porque pertenecíamos a denominaciones diferentes, pero luego decidí asistir aun fuera solo por complacerla. Confieso que salí muy impresionada pero también muy preocupada al darme cuenta cuánto desconocía yo de la Palabra. En la iglesia a la que asistía no se acostumbraba a hacer ese tipo de estudio, por lo que, para mí, aquella enseñanza resultó ser totalmente nueva, y despertó en mi un gran interés por continuar conociendo más de la Palabra de Dios.

Una de esas tardes, cuando llegamos nos anunciaron que no habría enseñanza sino oración. Cada uno escogería un motivo por el cual oraría. Ese día escuché nombres refiriéndose a Dios que en toda mi vida había imaginado que existían, tanto que llegó un momento en que creí que estaban invocando a dioses paganos. Al comentárselo a mi amiga ella me explicó que “esos” eran diferentes nombres que se le atribuían al único Dios verdadero. Me explicó que para el judaísmo el nombre de Dios es más que un título distinguido; que para ellos representa la concepción de la naturaleza divina. En verdad me sentí muy avergonzada por mi ignorancia, y a partir de ese momento decidí no solo dedicarme a estudiar la Palabra, sino que puse un interés especial en conocer porqué si existe un sólo Dios verdadero se le atribuyen tantos nombres diferentes.

En la medida que fui adentrándome en el estudio, me di cuenta de que conocer los diferentes nombres de Dios nos ayuda a confiar más en Él, porque cada uno de esos nombres es inherente a Su esencia y Su naturaleza, y es representativo de Su multifacético carácter. Es cierto que Sus atributos son tantos que ningún nombre, por extraordinario que sea, puede representarle en Su totalidad, pero cada uno de ellos revela algo de Su poder y autoridad.

El más conocido de todos los nombres de Dios es JEHOVÁ. Se menciona más de seis mil veces en la Biblia. Es el nombre con que Dios se le reveló a Moisés en el desierto en medio de la zarza ardiente (Éxodo 3:14). Se escribe YHWH y, para poder vocalizar esas cuatro consonantes, se le agregaron dos vocales, de modo que sonara Yahweh (Jehová). Los judíos asumieron una reverencia tal por este nombre que, por miedo a profanarlo, preferían no pronunciarlo.

Cuando Moisés, en medio del desierto, le preguntó a Dios Su nombre, Dios tan solo le dijo, “YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14) y añadió, “Este es mi nombre para siempre y con él se hará memoria de mi de generación en generación” (Éxodo 3:15). No hay nombre que pueda representar la grandeza de Dios; Él es omnipresente (está en todas partes al mismo tiempo), es omnipotente (todo lo puede), y es omnisciente (todo lo sabe). El ayer, el hoy y el mañana constituyen lo mismo para Él. Él creó el tiempo y Él escribió la historia. Dios no depende de nada ni de nadie; es autosuficiente y autodependiente.

En la cultura hebrea, el nombre de la persona representaba su identidad. Los padres solían elegir para sus hijos nombres que representaran lo que ellos querían que llegaran a ser. De modo pues que, a ese pueblo no le fue difícil invocar a Dios con el nombre que representara la potestad o autoridad que requiriera el momento dado. Para que puedas entenderlo mejor, voy a darte algunos ejemplos:

En Génesis 1:1, por ejemplo, la palabra en el hebreo para citar a Dios es ELOHIM, Dios creador (es un plural mayestático que representa las tres personas de la Trinidad). En la creación intervinieron el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por eso algunos verbos están en plural. Por ejemplo, en Génesis 1:26 dice “Hagamos…”.

En Génesis 17:1, cuando Abraham tenía 99 años, Dios se le apareció y se le presentó como el SHADDAI, el Dios todopoderoso. Abraham necesitaba saber en ese momento que el Dios con quien estaba hablando tenía todo el poder de realizar cuanto decía en generaciones y generaciones.

En Éxodo 17:15, cuando Moisés edifica un altar, lo erige a NISI, el Dios estandarte. En ese momento Moisés quería dejar un símbolo—estandarte—, que representara el lugar donde ellos, guiados por Dios, habían ganado la guerra contra los amalecitas.

En Éxodo 15:26, Dios se le presenta al pueblo hebreo como RAFA, el sanador. Cuando el pueblo de Dios guiado por Moisés llegó a Mara estaba sediento y enfermo. Necesitaba de alguien que le sanara y le restaurara. Dios le prometió que El sería su Sanador.

En Génesis 22:13-14, cuando Abraham encontró al carnero que sustituiría el holocausto de su hijo que Dios le había requerido, llamó a Dios JIREH, Dios Proveedor, porque había provisto para Él un carnero que sustituiría a su hijo en el holocausto que debía ofrecerle a Dios).

En Isaías 40:28 el profeta se lo presenta al pueblo como OLAM, el dios eterno que no se fatiga ni se cansa. Israel en ese momento estaba derrotado, desconsolado y triste esperando ir a la cautividad en Babilonia.  Requería de la presencia de un Dios que fuera incansable y luchador.

En Génesis 14:17-20, Melquisedec se encuentra a Abraham después de que éste hubiera ganado una batalla y, como un tipo de Cristo, bendijo y le dio el pan y el vino en representación de lo que Jesús haría por nosotros en la cruz en el futuro. Se lo ofrece a Dios llamándole EL-ELYON, Dios de Majestad y Poder, el más sublime que existe.

En el Salmo 110:1, nos encontramos con esta expresión, “Dice el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies,” lo que se ha traducido como “Dice Jehová a Adonai“, Una solemne invitación de Dios Padre a Dios Hijo a sentarse en Su trono. Una muestra de cuál sería la posición de Jesús en el futuro.

Como puedes ver, hay muchos nombres que representan a Dios, aún hay más que los ya mencionados.  Puedes hacer tu oración invocándole de acuerdo con tu necesidad, pero, eso sí, ora con poder porque si eres uno de esos que lanzan sus oraciones al espacio con rumbo a un Dios desconocido, ten por seguro que no recibirás respuesta. Ora con fe a tu Dios, y si lo que te place es invocarle tan solo como “Dios mío, Dios mío”, hazlo con toda libertad. Ten por seguro que Dios escucha a todo aquel que le implora con fe y de corazón.







*Viola Núñez de López. Su mayor anhelo es poder servirle al Señor hasta el último de sus días. Es educadora de profesión y por vocación. Miembro y diaconisa de la Iglesia Bautista Internacional, IBI, donde pertenece al equipo de consejería y ofrece servicios como mentora de mujeres. Es madre de cuatro, abuela de catorce y bisabuela de trece.

Usado con permiso: integridadysabiduría.org