Dos verdades y una mentira sobre aplicar el Evangelio


2024-04-03 | Cómo funciona el Evangelio en tu vida


Por Susi Bixby

Con que has metido la pata. Con un niño en brazos, estás refunfuñando después de haberles gritado a todos los demás que se callen y dejen de jugar a los atrapados alrededor de la cocina. El caos se redujo a miradas quietas fijadas en ti con los ojos muy abiertos mientras tus nervios regresaban a un estado de calma.

Es hora de aplicar el Evangelio.

Al mirar bajo la superficie, tal vez te das cuenta que quisiste hacer demasiado esa mañana, con un corazón controlador que jugaba a “ser Dios”. Estos deseos internos te llevaron a levantar la voz en impaciencia hacia tus hijos. Así que te arrepientes, reconoces que eres una pecadora en necesidad de un Salvador, y pides al Señor que te ayude a continuar avanzando en justicia. Te recuerdas a ti misma que cuando Cristo regrese, ya no existirá más este estrés y pecado.

Evangelio aplicado. Todo arreglado. ¿Verdad?

Cuando se trata de aplicar el Evangelio, ¿hay una manera correcta o incorrecta? ¿Qué expectativas debemos tener al vivir a la luz de las mejores noticias de todos los tiempos? Consideremos el poder del Evangelio para nuestras vidas y nuestra maternidad.

Verdad: Siempre podemos aplicar el Evangelio

Cuando somos “resucitados juntamente con Cristo,” y se nos ha dado nueva vida a través de su resurrección al morar el Espíritu Santo dentro de nosotras, nada queda sin afectarse (I Juan 2:29). Somos mujeres cristianas cuando leemos un libro a nuestro bebé, quien sólo quiere comerse las hojas. Somos mujeres cristianas cuando estamos en el consultorio del doctor recibiendo noticias de un aborto espontáneo. Somos mujeres cristianas cuando recibimos un duro reporte de la maestra de la escuela sobre el progreso escolar de nuestro hijo. Las mujeres cristianas reciben y responden a toda clase de cosas, grandes y pequeñas, maravillosas y triviales, fáciles y horribles, a la luz de las buenas nuevas de lo que Cristo hizo por ellas y a lo que las ha llamado a ser.

Esto significa que no importa las circunstancias, podemos considerar el diseño de Dios para su creación como se establece en la Biblia. Podemos llorar, arrepentirnos o comprender mejor las frustraciones de la vida mientras consideramos la caída y los efectos del pecado en la humanidad. Podemos regocijarnos y mirar a Cristo cuando vemos su vida y obra a nuestro favor. Podemos vivir a la luz de sus mandatos con el poder del Espíritu en nosotros y la guía de la Palabra de Dios. Y podemos ser mujeres que miramos hacia el futuro con esperanza, sabiendo que, pase lo que pase, Cristo regresará y hará todas las cosas nuevas. Siempre podemos aplicar el Evangelio.

Verdad: El Evangelio nos puede cambiar

Toda nuestra vida y nuestra maternidad están impactadas por nuestra identidad y esperanza en Cristo, ¡y esto nos cambia! Somos cambiadas al recordar la historia de nuestra salvación por medio de Cristo, reconocer lo que nos compró, y recibirlo con gozo (Rom. 1:16). Vemos esto en las vidas de personas con quienes Jesús tuvo un encuentro, incluyendo los apóstoles y los primeros convertidos. Asesinos se convirtieron en evangelistas. Pescadores y recaudadores de impuestos llegaron a ser predicadores. Paganos que adoraban a dioses falsos llegaron a ser seguidores de Jehová y sufrieron por Cristo. Es la aplicación del Evangelio que, momento a momento, oración tras oración, conflicto tras conflicto, enfoca nuestros corazones más plenamente en Jesús (2 Cor. 3:18). Como un escultor dijo acerca de su proyecto, “Yo sólo voy quitando cada cosa que no se ve como un elefante.” Somos mujeres que estamos siendo conformadas a Cristo y el mensaje de su Evangelio es una forma importante en la somos cinceladas a su imagen (Rom. 8:29).

Mentira: El Evangelio resuelve inmediatamente todos nuestros problemas

Si esa historia en la introducción te suena familiar, no estás sola. Ha pasado una y otra vez en la vida de madres alrededor del mundo que siguen a Jesús. Sea una cocina caótica o una peña cercana, hemos estado perdiendo la calma por milenios. En cierto sentido, el Evangelio es una historia de un arreglo inmediato. Después de todo, Jesús murió una sola vez por todos los pecados (Rom. 6:10). Para conseguir su perdón, no nos tenemos que denigrar o decir las “palabras mágicas” (¡por favor, por favor!). Cuando nos arrepentimos de nuestro pecado y volteamos a Él en fe, ¡somos justificados! (Rom. 5:1) Somos justos. Consumado es.

Pero la vida después de la caída y antes de su regreso final significa que aún vamos a batallar, sufrir y pecar. Podemos aplicar el Evangelio a las 9:00 am y nuevamente a las 9:15 am. Podemos tener una lucha continua en nuestra relación con nuestro esposo o tener un hijo con necesidades especiales que no necesariamente va a ser “curado” en esta vida. Estaremos frustrados si pensamos que aplicar el Evangelio va a hacer que el dolor en esta vida se vaya, incluso la pena que sentimos cuando vemos nuestras propias faltas. Nuestro caminar cristiano se trata de depender de Dios, regocijándonos en su gracia día con día hasta que muramos.

Quizás te equivocaste justo antes de que leyeras este artículo en tu teléfono. Tal vez fue esta mañana o quizás será en cinco minutos más. Tal vez estás procesando noticias difíciles o estás triste por la continua desobediencia de tu hijo. Sea lo que sea, relacionado al pecado o simplemente a las penas generales o luchas que enfrentamos en la vida, aplica el Evangelio una y otra vez. Es una marca normal y alentadora de un creyente el sentirse dolido por su pecado y repetidamente acudir a Cristo. Nuestra obediencia trae gloria a Dios, y la aplicación del Evangelio produce crecimiento, incluso si es más lento que el del árbol en tu patio. Dios va a obrar a través de su Espíritu Santo en tu vida para traerte gozo en Él y sabiduría en tu situación, aún si tus problemas y pecados no desaparecen mágicamente. Él siempre está contigo.







Este artículo fue publicado originalmente en Risen Motherhood. Derechos Reservados. Crianza Reverente. Usado con permiso. www.CrianzaReverente.com.