2024-05-06 | Sé una mujer sabia y aprovecha bien cada tiempo
Por Isabel Andrickson*
¡Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud!
Salmo 127:4
¿Has experimentado la mezcla de emociones cuando logras una meta y te dices ‘llegué gracias a Dios’ pero de inmediato surge la pregunta “hacia dónde voy ahora si pasé los últimos “x” años enfocada en llegar ‘aquí’?”
El síndrome del nido vacío. Una mezcla de emociones de las cuales había escuchado hablar poco o quizás simplemente no presté atención porque estaba en “otra etapa de mi vida”. ¡Y de repente llegó y me sorprendió!
Por eso si te casas próximamente, si ya lo estás, o esperas un bebé, estás lactando, o criando en cualquier etapa ¡debes ir preparándote porque pronto tendrás un “nido vacío”! ¿Crees que exagero? leamos Salmo 127:3-4, que nos dicen que los hijos son un regalo de Dios y que recompensa es el fruto del vientre; sin pestañar, nos recuerdan: ¡Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud! …las flechas sólo cumplen Su propósito al lanzarse, no sirven de nada en nuestras manos. ¿Notaste cuán rápido pasa de referirse al “hijo del vientre” para compararlo con una flecha? Con esa misma prontitud salen nuestros hijos del hogar.
Cuando llega “el día” sabes que deberías estar agradecida. Has soñado y luchado para ver este momento materializarse. Pero en su lugar estás llena de temor, culpa, vacío, soledad, incertidumbre. Aunque es una especie de proceso de duelo no esperes que tendrás la compasión de muchos, pues se percibe como una etapa normal de la relación familiar.
Aunque siempre supimos que un día volarían, no es fácil dejarlos ir. Necesitamos aceptarlo y entender que no dejamos de ser sus madres. La relación cambia, pero no termina. Ahora debe madurar a una relación entre dos adultos donde solo podemos dar consejos pero no órdenes; ellos deben honrarnos pero no significa obedecer como si fueran niños. ¿Notas la diferencia?
No hay un diagnóstico clínico para el síndrome del nido vacío, son síntomas físicos y emocionales debido a que uno de los roles personales ha quedado sin cubrir provocando pérdida de identidad, de propósito; una sensación general de soledad, de haber perdido influencia sobre los hijos, de ausencia, tristeza, llanto, vacío, aburrimiento, temores, no tener nada qué hacer, inutilidad.
Por eso te aconsejo a ti, joven madre: disfruta tu maternidad, dale tu mejor tiempo a tus hijos pero recuerda que tu identidad está solo en Cristo no en tus hijos. En especial si estás criando sola.
El síndrome del nido vacío se agudiza cuando no hemos sabido separar nuestra identidad en Cristo, de nuestro rol como madres. Mientras más sólida sea mi relación con el Señor, más fácil se me hará atravesar (¡y disfrutar!) la etapa del nido vacío.
¿Gira tu vida alrededor de tus hijos? Si tu respuesta es ¡SI! Pide perdón al Señor por tu idolatría y que Él se convierta en el centro de tu vida.
Si estás en un matrimonio joven, además de afianzar tu identidad en Cristo, cultiva una estrecha relación con tu esposo (¡una sola carne!) para que más tarde no se vean como dos desconocidos cuando los hijos se vayan.
En esta etapa, muchas preguntas vienen a la mente ¿están mis hijos preparados? ¿Lo hice bien? O quizás sentimientos de culpabilidad por no haberles dedicado más tiempo. Y si nos descuidamos, caemos en ansiedad y depresión.
Otro consejo a ti, madre que crías: los hijos no esperan, crecen cada día y cuando menos lo esperas, ya se van. Lo que no hagas hoy, no tendrás oportunidad de recuperarlo mañana.
En Eclesiastés 3, Dios nos recuerda que hay un tiempo para todo debajo del cielo, y esto también aplica a nuestra maternidad: hay un tiempo de que nazcan nuestros hijos, uno para criar y otro para que se vayan. ¡Sé una mujer sabia y aprovecha bien cada tiempo! (Efesios 5:15-17).
La semana próxima visitaremos algunos pasajes de la Biblia donde descubriremos que si estamos en Cristo ¡no tenemos un nido vacío!
*Abogada de profesión y aprendiz de Su Palabra por pasión y convicción; es madre de un adulto joven a quien crio como madre sola desde que tenía 3 años. Ahora anhela orientar a aquellas que recorren ese trayecto para que abracen las verdades de Tito 2, Proverbios 31 y otras enseñanzas de la Palabra sobre nuestro diseño, pues, no son exclusivas para mujeres casadas, sino para todas aquellas que, por Su Gracia, somos llamadas hijas del Padre Bueno.
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