2024-07-16 | ¿Está su esposo de mal humor, enojado o temeroso?
Por Greg Smalley*
El trabajo es duro incluso cuando usted ama lo que hace; su trabajo, cualquier trabajo, tiene su cuota de estrés. Claro, puede que llegue a casa físicamente agotado después del trabajo, pero a menudo las tensiones que siente son mentales, emocionales o incluso relacionales.
Incluso en los mejores trabajos, el sueldo puede parecer no compensar las largas horas de jornada y algunos de los hábitos irritantes que cada jefe y compañero de trabajo suelen tener. Inevitablemente traemos a la casa con nosotros algunas de esas presiones relacionadas con el trabajo.
El sesenta y uno por ciento de los estadounidenses mencionaron el trabajo como una de las principales fuentes de estrés, según la encuesta anual de Estrés en América de la Asociación Estadounidense de Psicología. Aunque nos desconectamos del trabajo, el estrés se queda con nosotros y puede causar insatisfacción en nuestras relaciones.
Peor aún, ese estrés a menudo alimenta un círculo vicioso. Cuando estamos estresados, atacamos o descuidamos a las personas más cercanas a nosotros: nuestros cónyuges e hijos. Eso hace que el supuesto refugio seguro del hogar se transforme en una zona llena de estrés, lo que intensifica los desafíos que tenemos en el trabajo.
Estos desafíos pueden ser particularmente estresantes para los hombres, quienes a menudo vinculan su identidad directamente con lo que hacen; proveer para sus familias está profundamente arraigado en su ADN. Entonces, cuando sienten estrés relacionado con el trabajo, es como si se les tocara un nervio casi existencial. Esto puede ir más allá de un día particularmente estresante y alimentar sentimientos persistentes de inseguridad y fracaso.
He pasado por momentos, incluso temporadas, de dificultades en el trabajo en donde experimento miedo y duda, preguntándome si podré mantener a mi familia. Racionalmente, sé que mi identidad no debe basarse en lo que hago sino en mi relación con Cristo. He memorizado Gálatas 2:20 (TLA): “En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme”. Aunque mi cabeza comprende esta verdad, a mi corazón le cuesta entender el mensaje.
Pero fui bendecido con una esposa sabia y comprensiva. Erin practica varios métodos que me han ayudado a superar estos desafíos relacionados con el trabajo a lo largo de los años. Y si usted es la esposa de un esposo estresado, tal vez estos consejos también funcionen para usted.
1. Trate de no tomar el estrés de su cónyuge como algo personal
Cuando su esposo regresa a casa estresado del trabajo, usted puede sentir que debe andar de puntillas y con pies de plomo. Y de alguna manera, es natural que usted se enoje o se sienta herida cuando él se enfada con usted por algo relacionado con el trabajo. ¡Hacer lo que voy a decirle es difícil! Pero todos estamos llamados a mostrar gracia en nuestro matrimonio, y un aspecto de esa gracia es mirar a través de la parte externa y áspera de su esposo: el mal humor, la ira, el miedo, la queja y concentrarse en lo que Dios ve.
¿Qué hay en el corazón de su esposo? En esos momentos difíciles, usted puede darle un pequeño regalo a su esposo mirando más allá de cómo está reaccionando en ese momento y enfocándose en quién ha sido él en el transcurso de la vida que llevan juntos. Esto ayuda a mantener su corazón abierto y le permite escuchar activamente mientras su esposo se desahoga compartiéndole sobre las frustraciones en su trabajo.
2. Ayúdelo a identificar el problema más profundo
Casi siempre hay un problema más profundo en la jugada. Erin descubrió uno de mis problemas subyacentes durante una interacción que tuvimos al comienzo de unas vacaciones en Los Ángeles, aunque esto no estaba totalmente relacionado con mi trabajo, pero fue un viaje que no comenzó para nada como el momento familiar soñado que esperaba.
Ya había sido un primer día estresante, y aún no era mediodía. Todo el día habíamos pasado lidiando con aglomeraciones: en el aeropuerto, en el servicio de transporte de autos de alquiler y, por supuesto, en las autopistas saturadas de Los Ángeles. Cuando llegamos al hotel, estaba exhausto. Quería salir del auto y entrar en la piscina del hotel. Pero Erin tenía hambre y no quería comer en el restaurante del hotel porque había opciones limitadas sin gluten. Ella sugirió que buscáramos otro lugar.
No respondí bien.
“¿Por qué te enojas conmigo?” Me preguntó Erín. “Solo quiero algo de comer”.
Bien, pensé. ¿Quieres algo de comer? Conseguiremos algo de comer. Les gruñí a todos para que regresaran al auto, y nos detuvimos en el primer restaurante de comida rápida que vimos. Me senté en silencio, y todos los demás también lo hicieron. Fue un momento incómodo para todos nosotros, incluyendo la pobre mesera que nos atendió.
Finalmente, Erin abordó el tema. “Sé que tu reacción no fue porque yo tenía hambre —dijo ella suavemente. “¿Realmente de qué se trataba?”
No tengo idea.
Entre bocado y bocado, hablé con Erin y ella me ayudó averiguar por qué me había exaltado. El caos de volar y ser responsable de llevar a nuestra familia al aeropuerto, gestionar el equipaje, alquilar el auto y manejar en las autopistas congestionadas me había abrumado. Estaba agotado de tener que hacer múltiples decisiones en un ambiente frenético. Tratar de idear un nuevo plan para la cena me había llevado al límite.
Esto no era una excusa para mi mal comportamiento, pero me ayudó a comprender lo que realmente estaba pasando.
Cuando su esposo está estresado y malhumorado, puede ayudarlo a identificar lo que realmente está pasando de la forma en la que Erin me ayudó. ¿Se siente abrumado en el trabajo? ¿Subestimado? ¿Incompetente? Cuando se enfada con usted, ¿está realmente preocupado por no ser un buen proveedor? ¿Está molesto porque no obtuvo un ascenso? Y así podrían ser un sin número de factores estresantes emocionales que se están infiltrando en su vida hogareña.
3. Empatice con el problema real
Una vez que ayude a identificar el problema real, muestre un poco de empatía con la frustración y el dolor que él vive. Recuerde, la simpatía es sentirse mal por alguien, pero la empatía es identificarse con la persona por el mal momento que atraviesa. Es ponerse en sus zapatos, viendo su mundo a través de sus ojos y sintiendo su dolor.
En Los Ángeles, Erin reconoció instantáneamente mi frustración y cómo me sentía abrumado por la toma de decisiones. “Nunca pensé en cuántas decisiones se tiene que tomar cuando viajamos”, dijo mientras tomaba mi mano. “Me encanta viajar contigo porque no tengo que pensar en nada. Siempre haces un gran trabajo planeando nuestros viajes. Gracias. Lamento que te hayas sentido solo en ese proceso”.
4. Hágale saber que lo apoya y cree en él
Mencioné anteriormente que el estrés en el trabajo puede tocar inseguridades y problemas más profundos, particularmente sobre el futuro que queremos dar a nuestros cónyuges y familias. Quizás su esposo pueda pensar: ¿Estaremos bien si decido dejar mi trabajo? ¿Tenemos suficientes ahorros hasta que encuentre algo más? ¿Qué pasa si no encuentro otra cosa? Estas preguntas pueden ser inquietantes, y no debemos pretender que no lo son. Reconozca y acepte su propia inseguridad e incertidumbre. Esto le ayudará a continuar manteniendo su corazón abierto.
Detrás de todas esas preguntas se esconde una aún más profunda: ¿Tengo lo que se necesita para ser ¿exitoso? Mientras su esposo lucha en el trabajo, Satanás se aprovechará de este miedo. Va a intentar engañar a su cónyuge y convencerlo de que no tiene lo que se necesita.
Tiene la oportunidad de alentar a su esposo con palabras afirmativas: “Yo creo en ti.” “Confío en ti.” “Dios tiene un plan increíble para tu vida y nuestra familia.” “Estamos juntos en esto, y estoy contigo en corazón y alma”. Después, pueden decidir juntos cuáles serán los próximos pasos necesarios.
*El Dr. Greg Smalley es vicepresidente de Matrimonio y Formación Familiar en Enfoque a la Familia y autor de varios libros.
Derechos Reservados. Enfoque a la Familia. Usado con permiso. www.enfoquealafamilia.com