| El mejor consejo para cualquier etapa de tu vida
Por Yuliana Fragozo Bermúdez
Si grabaran durante algunas semanas cómo transcurre tu día a día, ¿a qué conclusiones llegarían los demás si esa grabación fuera publicada? ¿Revelaría que eres una mujer preocupada con muchas cosas o que eres una mujer que se esfuerza cada día por escoger lo más importante? ¿Es tu relación con Dios prioridad en tu vida?
Hace algunos años una hermana querida me preguntó cuál era el consejo que le daría ahora que estaban buscando tener un bebé. Mi respuesta, tal vez algo inesperada, fue que luchara por su tiempo con Dios desde ya, porque al llegar el bebé (incluso desde antes), podría llegar a tener excusas muy buenas para asegurar que no tenía tiempo para eso e ir poco a poco alejándose de disfrutar pasar tiempo en la Palabra de Dios.
Este es un consejo que le daría a toda mujer en cualquier etapa de su vida: soltera, casada, con hijos pequeños, con hijos grandes, servidora de la iglesia, nueva o antigua creyente, tener como prioridad este medio de gracia de escuchar la voz de Dios.
Para explicarte un poco más lo que te quiero decir, leamos la Biblia. ¿Recuerdas a las hermanas Marta y María? Si tal vez no sabes de quiénes te hablo, te invito a conocerlas en Lucas capítulo 10 versículos del 38 al 42. Ellas no fueron grabadas en un video, pero Dios quiso dejarnos ver en Su Palabra un pedacito de uno de sus días, con el propósito de darnos una importante enseñanza.
«Mientras iban ellos de camino, Jesús entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba Su palabra. Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos. Y acercándose a Él, le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude».El Señor le respondió: «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada» (énfasis añadido).
Vemos aquí a Marta, una mujer hospitalaria que tuvo el honor de tener a nuestro Salvador en su hogar, pero que lamentablemente estaba tan distraída con tantas cosas que su preocupación por servir la hizo olvidar a quién servía y de perder el privilegio de escuchar y disfrutar a Jesús.
Curiosamente, se relata otro acercamiento suyo a Jesús cuando se quejó de su hermana María, no se si antes le habría pedido ayuda a su hermana y ella le habría dicho que ayudaba después, pero pareciera que estaba tan indignada con la situación, que llegó al punto de exigirle a Jesús que le dijera a María que la ayudara. Es como si pensara que María no estaba haciendo nada productivo.
Evidentemente Marta tenía sus prioridades invertidas, estaba ansiosa con muchas cosas que en ese momento no eran prioritarias y Jesús amorosamente se lo hizo saber.
María se sentó a escuchar a Jesús, la cosa más necesaria. La buena parte. Mostró tener sus prioridades en orden, primero alimentarse de la Palabra de Dios para luego muy probablemente, ofrecer su servicio a los demás. Ella luchó por su tiempo con Jesús frente a la presión que podía estar ejerciendo sobre ella su hermana o el servicio a Jesús.
No deseo ser dura con Marta, porque yo me identifico con ella, soy como Marta más de lo que quisiera admitir, por lo que todos los días tengo que recordar que aunque servir a mi familia, a la iglesia y a otros es la voluntad de Dios, eso no debe distraerme de lo más importante: escuchar a Jesús, es decir, tener comunión con Él a través de Su Palabra intencionalmente.
Muchas veces decimos que Dios es lo más importante, pero en la realidad lo que escogemos hacer primero todos los días es realmente lo prioritario para nosotras, lo admitamos o no. Solemos tener la ilusión de que cuando terminemos de hacer todas las cosas «urgentes» podremos tener un tiempo de comunión especial con Dios, pero al final del día nos damos cuenta que para Dios no hubo espacio en nuestra agenda o que el tiempo que le dimos fueron migajas.
El pastor Miguel Núñez en su libro «Siervos Para Su Gloria» dice lo siguiente: «Usualmente vivimos de una manera en que lo urgente está en el primer lugar, mientras que dejamos lo importante en segundo lugar y lo prioritario en lo último».
Tampoco quiero ser dura contigo, y ponerte una carga más a tus cargas, se que hay días de días, en los que pasamos una mala noche por alguna enfermedad, nuestros hijos se enfermaron, nos despertamos tarde, tenemos citas médicas muy temprano, salimos a trabajar muy temprano, etc., conozco todo eso, lo importante aquí que no se nos vuelva costumbre dejar de último lo prioritario u olvidarlo.
Aprovecha bien el tiempo, escoge siempre que sea posible hacer la parte buena primero y lo demás encontrará su lugar.
A continuación te contaré acerca de disciplinas espirituales que me han transformado y ayudado en mi día a día ocupado, no como alguien que ya lo haya alcanzado, sino como alguien que por la gracia de Dios sigue adelante.
Tomé como guía la estructura del libro «Hábitos de Gracia de David Mathis» (¡Te lo recomiendo!) en donde el autor nos anima a aprovechar los canales de la gracia continua de Dios:
Oye la voz de Dios (Su palabra)
Sumérgete en su Palabra cada día, lee y medita en la Palabra como prioridad, anota en tu agenda qué dice el texto de Dios (atributo), qué dice de Jesucristo, que promesas o esperanza hay para ti y no olvides meditar en cómo debes responder a esta verdad (aplicación).
Lee la Biblia, y léela toda, ya sea en un plan de un año, de dos o de tres, pero léela toda. Y en los días complicados, escucha la Biblia.
Habla con Dios en oración
Háblale al Dios que te ha hablado a través de Su Palabra. Háblale con el propósito de deleitarte en Él. Ora usando las mismas palabras que Dios te habló al oído, toma el capítulo que leíste y conviértelo en oración, y deja que la Palabra guíe tus oraciones con la ayuda del Espíritu Santo.
«Abre la Biblia, empieza a leerla, haz una pausa en cada versículo y conviértelo en oración». -John Piper.
Si no sabes cómo hacerlo, pregunta a una mujer sabia y piadosa en tu iglesia local. Esto te ayudará mucho a no distraerte y a no divagar, te edificará y siempre tendrás por qué orar.
Si deseas profundizar más acerca de esto, incluye en tu plan de lecturas de este año el libro «Orando la Biblia» de Donald S. Whitney.
Participa en el cuerpo de Cristo (Comunión)
Sí, la comunión con la iglesia también es un medio de gracia que debe convertirse en una disciplina espiritual importante en nuestras vidas. No evites o ignores la comunión con los hermanos en la fe. Estas relaciones nos edifican, santifican y animan, nos estimulan a las buenas obras, actúan como escudo frente al engaño del pecado, la incredulidad y dureza del corazón. Ve a tu iglesia local y ten verdadera comunión con tus hermanos y no solo los domingos.
Disfruta a Jesús a través de las disciplinas espirituales, no lo hagas solo por cumplir; y el día que falles y te preocupes primero por las tantas cosas que tienes que hacer, recuerda que la misma gracia que te ayuda perseverar es la misma que te otorga perdón y la que te ayuda a enfocar tu mirada de regreso a Jesús.
Derechos Reservados. Aviva Nuestros Corazones. Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com.
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