2017-09-08 | Ser mamá es emprender uno de los viajes más hermosos de la vida
Solange Blum Carcelén de Vizhñay*
Cuando un hijo llega a nuestra vida, todo cambia por completo; empezamos a desarrollar habilidades que desconocíamos tener, todos nuestros sentidos se agudizan para proteger a esa pequeña parte de nosotras mismas que hoy tenemos en nuestros brazos.
Ser mamá es emprender uno de los viajes más hermosos de la vida, que demanda de nosotras no solo amor, sino también tiempo, atención, un espíritu enseñable, paciencia, empatía, tolerancia y una enorme capacidad de perdonar.
Como madres, si nos preguntáramos cuál es el momento o la etapa en la que nuestros hijos más nos necesitan, sin lugar a dudas, la respuesta sería: todas; porque cada una implica para ellos un desafío diferente que contribuye a su formación.
De 0 a 18 meses
Cuando el niño es recién nacido y hasta los 18 meses es un ser totalmente indefenso, que necesita del adulto para realizar sus funciones básicas, debe ser atendido en todos los sentidos y desde ese momento empieza a sentirse amado, aceptado y cuidado.
De 2 a 7 años
Entre los 2 y los 7 años, los niños están en su “modo aprendizaje”, donde todo es nuevo para ellos, y cada día descubren palabras, emociones, texturas y situaciones a las que no se habían visto expuestos antes. Es vital que nos involucremos con ellos y contestemos las preguntas que tienden a repetir una y mil veces.
En esta etapa aprenden jugando, así que cuando llegue a casa destine un momento para jugar con ellos, al hacerlo, no piense que pierde el tiempo; por el contrario está ayudándolos en su desarrollo, además que es una hermosa oportunidad para escuchar sus dudas, temores e historietas.
Si tiene un hijo varón y una mujer estará aprendiendo que cada uno tiene una forma de relacionarse diferente, y aunque todos salieron de su barriga cada uno tiene una individualidad, aunque sean gemelos o mellizos, que tendrá que descubrir.
Si tiene varios hijos cada uno debe saberse único y especial; no intente que sean sus copias o que hagan aquello que usted no logró realizar en el pasado. Analice, fortalezca y desarrolle sus habilidades individualmente.
Es en esta etapa donde el niño asienta su consciencia de quién es, forma una percepción de sí mimo y de su autoestima. Para que se desarrolle saludablemente asegúrese de que:
Se sienta un ser capaz, así que no haga por él, lo que puede realizar por sí mismo.
Sepa que pertenece a una familia y que es importante dentro de ella,
Comprenda y canalice sus emociones de manera correcta; las rabietas de esta edad son grandes oportunidades para enseñarle a manejar sus emociones, pero para eso nosotras debemos aprender a controlarnos primero.
Como vemos para todo esto, el menor necesita que sus padres y su familia extendida (abuelos, tíos) estén comprometidos con su desarrollo.
De 7 a 13 años
Luego viene la etapa entre los 7 y los 13 años donde los niños son vulnerables a las palabras de los demás y tienen el deseo ferviente de pertenecer a un grupo, de allí que es vital que en la etapa anterior hayan desarrollado un concepto correcto de ellos mismos, ya que aquí se verán envueltos en las presiones de su entorno y harán lo que sea por sentirse incluidos.
Hable a sus hijos claramente de los diferentes peligros a los que están expuestos, así tendrán información veraz y no solamente las apreciaciones u opiniones de sus amigos. Las conversaciones cortas de los diferentes tópicos a la hora de cenar, son una excelente alternativa.
Comparta tiempo con tus hijos en actividades que a ellos les divierta, esto te ayudará a fomentar la comunicación y la unidad que tanto necesitarás en la siguiente etapa.
De 13 a 18 años
Entre los 13 y los 18 ellos se sienten independientes, toman sus propias decisiones y empiezan a sentir las primeras pinceladas del amor, por lo que como madres debemos estar atentas para que, sin juzgar, podamos guiarlos correctamente, dando consejos cortos y prácticos, sin que suenen a sermones interminables.
Vuélvase una madre confiable. La adolescencia trae para ellos muchos cambios hormonales, así que como madres debemos aprender a relajarnos un poco y tener buen sentido del humor, sin que llevemos todo al extremo.
Como vemos cada etapa tiene su encanto y sus desafíos, pero absolutamente todas son maravillosas.
El tiempo pasa muy rápido y cuando menos lo pensamos, nuestros pequeños bebés ya estarán ingresando a la universidad y al mundo laboral, así que decida no perderse nada de ellos, disfrute cada etapa y aprenda con ellos, pues sin lugar a dudas los hijos son nuestros mejores maestros.
Si ya es abuela atesore los momentos junto a sus nietos, ría con ellos y aproveche para contarles esas historias y heridas de guerra que hoy los hacen fuertes como familia. Sin que ellos perciban las historias como tragedias, es necesario que los niños y los jóvenes sepan de dónde vienen y cómo se ha ido forjando el camino hasta llegar a ellos. Esto también marcará sus vidas.
Ser mamá es el desafío más maravilloso de la vida, aprender a educar con amor y firmeza a la vez demanda que aprendamos nuevas destrezas, que forjemos un estilo de crianza diferente al que tuvimos, quizás un poco autoritario o muy permisivo.
El equilibrio es la clave, nuestros hijos necesitan amor, afecto, pero también límites y una dirección clara. Formarlos con valores, en respeto y con autoridad es posible!
Plato de virtudes de una mamá:
Afecto, palabras de afirmación, ejemplo, alegría, respeto, pudor, tiempo, comunicación, control emocional, perdón, tolerancia, empatía, humildad.
*Solange Blum Carcelén de Vizhñay está casada y tiene 2 hijos. Nació en Ecuador, es Ingeniera en Comunicación Organizacional del Universidad Espíritu Santo. Diplomada en Orientación Familiar en el Instituto de Formación Familiar INFFA de España. Conferencista en temas de Desarrollo Familiar, Personal y Profesional por más de 20 años. Actualmente es fundadora y Directora General de la Fundación Herencia Familiar del Ecuador. Colaboradora en Enfoque a la Familia.