Superando la maldición de las palabras


2019-05-28 | ¿Qué debemos hacer cuando alguien nos maldice?


Por Nancy DeMoss Wolgemuth

La maldición de las palabras incluye palabras pronunciadas por otros (incluso por usted mismo) y tienen la intención de herir y dañar, menospreciar o desear mal.

Considere el ejemplo de David, a quien Shimei maldijo y menospreció en 2 Samuel 16. Shimei acusó falsamente a David, atribuyéndole hechos y la pérdida de su reino por el juicio de Dios debido a presuntos pecados en contra de la casa de Saúl. Las palabras de Shimei dañaban.

¿Cuáles palabras han dicho en tu contra intentando “maldecirte” o te han herido sin merecerlo? Eres tan torpe. . . Nunca llegarás a nada. . . Nunca vas a cambiar. . . Vas a ser igual que tu madre. . . No encontrarás alguien que te ame. . . Me gustaría que estuvieras muerto. . . Me gustaría que nunca hubieras nacido. . . Siempre. . . nunca. . ". Etc...

El hecho de ser un hijo de Dios no te hace inmune a la maldición de otros. La clave es cómo responder a esas heridas. Existen dos posibles respuestas:

1. Abishai, el guardaespaldas y sobrino de David quería atacar y a su vez maldecir en respuesta a la maldición de Shimei (v. 9).

2. David, en vez de defenderse o reaccionar violentamente, se contuvo. El reconoció la soberanía de Dios, respondió con humildad y no descartó que la maldición de Shimei viniera de Dios (v. 10-12).

¿Cómo responderás?

Cómo superar o liberarte de la maldición de las palabras en tu vida

1.    Recuerda la bendición de Dios.

Nadie puede maldecirte sin el permiso de Dios (Num 22:12, 38, 23:8, 20, 23).

Si eres un hijo de Dios, estás bendecido, a pesar de (o independientemente de) lo que otros te hagan a ti.

La bendición de Dios es más poderosa que cualquier maldición humana.

A través de la cruz de Cristo, Dios ha provisto hacernos libre de cualquier maldición. Ninguna maldición de palabra puede controlar tu vida nunca más.

Dios protege y reivindica a los justos. Aquellos que viven una vida piadosa no tienen que preocuparse de que una maldición caiga sobre ellos.

2.    Revisa la maldición.

¿Cuál es la fuente de esas palabras?

Mientras revisas a la luz de la Palabra de Dios, las palabras que otros te han dicho, pregúntate “¿Es cierto? ¿Está eso de acuerdo con lo que Dios dice? “

3.    Rechaza cualquier palabra que no sea verdad.

Las maldiciones solo tienen poder sobre nosotros si nosotros las creemos. Si no son ciertas no tienen poder (Prov 26:2). Cuando las creemos, le damos poder.

Decide rechazar las palabras que no están de acuerdo a la Palabra de Dios.

4.    Renueva tu mente.

Los niños pueden no saber la verdad, pero los adultos tienen la responsabilidad de aprender la verdad.

Satura tu corazón y tu mente con la Verdad en la Palabra de Dios (Filipenses 4:8-9). Reemplaza mentiras con verdad.

5.    Recibe las bendiciones de Dios.

Aun cuando no puedas “sentir” la bendición de Dios, puedes recibirla por Fé.

Luego de haber recibido la bendición de Dios, estás libre para bendecir a otros (el ejemplo de Jacob en Génesis 48-49).

6.    Libera a quienes han proferido maldiciones contra ti.

Liberamos a los demás a través del perdón.

Perdonar a otros nos libera para vivir victoriosamente en las bendiciones de Dios.

7.    Arrepiéntete de cualquier maldición que hayas pronunciado contra otros.

Las palabras del cristiano solo debe ser una fuente de bendición (Santiago 3:8-11; 4:11).

Hablar mal de otros creyentes es una característica de los no creyentes (1 Pedro 2:12 ; 3:16).

Sé cuidadoso con el impacto de tus palabras como padre o cónyuge.

No seas descuidado con las palabras. Debes abstenerte de bromas, burlas, críticas constantes o "evaluaciones" que dejan huella. No haga juicios rápidos o saltes a conclusiones – ser "tardo para hablar" (Santiago 1:19).

Sé cuidadoso en cómo  le hablas a tus hijos en público.

Sé cuidadoso en cómo le hablas a tus padres (Proverbios 30:11; 20:20), a tus suegros, pastores, jefes, profesores, empleados cristianos y miembros de la iglesia, a tus amigos, a tus vecinos y hasta a tus “enemigos”.

8.    Rechaza devolver maldición por maldición.

Solo devuelve bendición por maldición (Romanos 12:14, 17-21).

El principio bíblico es, cosecharás lo que siembras (Gálatas 6:7). Si bendices a otros serás bendecido. Si maldices, te maldecirán.

9.    Decide pronunciar bendiciones.

Habla bendiciones a los demás. Sé proactivo. Busca oportunidades para bendecir, validar y estimular a otros.

Habla bendiciones no solo a los otros sino también de los otros.

Regala bendiciones específicas y apropiadas (Génesis 48:1-3, 15-16; 49:28). Imagina lo que Dios puede hacer en otros. Ejerce la Fé en su nombre a través de bendiciones que pueden cambiar su futuro (Hebreos 11:20-21)

No lo pienses, pronúncialas ahora! No esperes a su funeral para bendecirlos.

Aunque hay muchas oportunidades de bendecir en el día a día, también bendice en ocasiones especiales (cumpleaños, aniversarios, etc.)

La bendiciones son especialmente importantes para los que están debajo de tu liderazgo o autoridad (las esposas pueden estimular a sus maridos viendo el valor de bendecir a sus hijos).

Las palabras de bendición causan crecimiento, dan esperanza y traen sanación.

Las bendiciones vuelcan nuestro corazón hacia el que bendice- nuestro Dios amado, justo y fiel.

Las palabras son poderosas, y la muerte y la vida están en el poder de la lengua. Cuando maldecimos, degradamos o minimizamos con nuestras palabras, hablamos mentiras – el lenguaje de Satanás. Cuando hablamos la verdad de Dios a la vida de las personas, las bendecimos.

Toma la decisión de ser un “Bendecidor”







© Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com

ESCRITURA 2 Samuel 16:9-12   

Sobre el autor

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la